La pregunta que me hago desde siempre es para qué vine al mundo.

Esa pregunta me ha perseguido desde que tenía seis años, cuando dije que de grande quería ser la presidenta más buena y linda del mundo entero, posición que me parecía lo máximo a lo que una persona podía aspirar. Me olvidé del universo.

Rápidamente las circunstancias me indicaron que no iba a ser esa mi dirección, así que la pregunta del sentido de mi vida me persiguió por los caminos de autodescubrimiento que pasaron por Gurdjieff y Ouspensky 1; mis primeros intentos de vivir en el «aquí y ahora»2; a confirmar que somos más que un cuerpo con mente, que hay algo allá, detrás del escenario, que no llegamos a ver.

Mi camino espiritual pasó por el budismo, el chamanismo tolteca, el gnosticismo y no sé qué más, investigué muchas rutas hasta que encontré la la ruta que opacó al resto y que me conquistó por el simple hecho de permitirme estudiar en el camino y cuestionarle todo, en especial a mí misma.

Descubrir el efecto que tiene cumplir uno de los mandamientos por un período prolongado lleva tiempo. La gente no confía en el proceso y se pone ansiosa o se cansan y abandonan en el medio. Queremos ver los resultados rápido, pero son los años de práctica los que te permiten casi no hablar mal de la gente y el efecto positivo en la propia vida, es algo que nadie puede contarte. Es cuestión de práctica y persistencia, un entrenamiento para tener un ojo bueno que lleva tanto tiempo como a un flacucho le lleva convertirse en Charles Atlas.

Recuerdo mi confusión cuando recién empezaba a estudiar Torá. Venía con el concepto equivocado que el tafkid 3de uno se cumplía automáticamente al pasar el tikun4, quiero decir, tenía esa idea errada de que Hashem nos manda al mundo a sufrir, jas ve jalila, y que ese es el único propósito de la existencia. Recuerdo bien el día que interrumpí una clase en la cual el rab decía todo lo contario. Le pedí al rab que me repitiera el concepto porque tenía miedo de no haber entendido bien.

Desde ese momento en vez de tener un problema resuelto, se me generaron dos. No sólo no conocía mi función en el mundo, sino que también tenía que buscarle el propósito a los sufrimientos que de golpe habían perdido sentido.

Me veo de joven bajando los cientos de escalones que conducen al kotel diciéndole al madrij del grupo que para qué nos hacían perder tiempo yendo a hablarle a una pared: que ni loca ponía un papel en un muro de piedra y bla bla bla hasta que vi el Muro de lejos y sentí un sacudón que mi hizo cambiar de opinión instantáneamente. Ese día puse un papelito pidiendole a Hashem que si existía, me lo deje ver claramente. Hoy le pido que me muestre claramente otras cosas y no en el kotel, porque no me gusta que me saquen fotos como si fuese un personaje de Shtisel y tampoco me gusta retirarme caminando hacia atrás porque nunca sé exactamente hasta dónde.

A esta altura ya puedo hacer un análisis preliminar del resultado del experimento. Cuanto más uno se conoce a sí mismo, menor es la variedad de opciones sobre quién puede uno llegar a ser, al igual que disminuye el libre albedrío. Y convengamos que su mal uso nos convierte en rebeldes sin causa.

Sólo queda tener confianza en Hashem y en uno mismo. El problema es que la emuná es difícil de conseguir y la confianza en uno mismo es muy fácil de perder. No se necesita más que una palabra (la palabra exacta) para derribar a cualquiera, incluso a quienes tienen una autoestima alta. No es mi caso, parece que a mí me tocó ser una ucraniana de cara cuadrada a quien la afecta cualquier comentario negativo proyectado sobre mí. Me es difícil no creerle a alguien que me degrada porque una parte de mí comparte la idea. No sé cómo funciona en el resto de la humanidad, supongo que cada caso es distinto, pero a mí pueden decirme un millón de cosas buenas, y una palabra negativa que tiene más peso que el resto y derrumba lo que haya sido construido frágilmente. Es como que mi balanza interna vino trucada como la del verdulero de mi barrio y pesa de más en especial cuando uno se identifica con lo que piensan los otros para no hacerse cargo del propio existir.

Con el tiempo y la guerra que acelera los procesos, empiezo a percibir unas lejanas sombras de mí misma, a quienes espío a través de un vidrio empañado y las presiento con la simjá y menunat hanefesh que da aceptar que quiza no vine a aportar nada especial en el mundo.

Tan sólo vine a existir.

  1. Gurdjieff y Ouspensky son figuras prominentes en el mundo del misticismo y el desarrollo espiritual del siglo XX. George Ivanovich Gurdjieff enfocaba su enseñanza en la idea del autoconocimiento y el desarrollo interno a través de prácticas que integraban el cuerpo, la mente y las emociones, conocida como el «Cuarto Camino». Por su parte, Piotr Demianovich Ouspensky era un discípulo de Gurdjieff y difundió estas enseñanzas a través de sus escritos, destacando la importancia de la autoobservación y la consciencia en la vida cotidiana. ↩︎

  2. Vivir en el «aquí y ahora» dentro de la tradición judía se puede practicar de varias formas, todas ellas profundamente arraigadas en los principios y enseñanzas de la Torá. Aunque esta idea puede parecer moderna o asociada con prácticas orientales como el mindfulness, en realidad tiene fuertes paralelos en el judaísmo. Aquí hay algunas perspectivas sobre cómo esta noción se manifiesta en la tradición judía:
    Presencia en los rezos y el estudio: En la práctica judía, hay un gran énfasis en estar completamente presente (kavana) durante la oración (tefilá) y el estudio de textos sagrados (Talmud Torah). Estas actividades requieren concentración y enfoque en el momento presente, lo que ayuda a los practicantes a conectarse profundamente con Di-s.
    Shabbat y Festividades: Son días dedicados a la desconexión de las preocupaciones mundanas y la inmersión en la espiritualidad y la familia. Estos momentos sagrados invitan a los judíos a vivir plenamente en el presente, apreciando las bendiciones actuales y refugiándose del ajetreo de la vida cotidiana.
    Conciencia y Gratitud: El judaísmo enseña la importancia de la conciencia y la gratitud en la vida diaria. Las bendiciones (brachot) que se recitan antes y después de comer, así como en otras ocasiones, son ejemplos de cómo los judíos se detienen para reconocer y agradecer los placeres y regalos diarios, viviendo plenamente esos momentos.
    Meditación y Reflexión Personal: Aunque no siempre es tan conocido como en otras tradiciones, existe una rica historia de meditación y contemplación en el judaísmo. Esta práctica ayuda a los individuos a centrarse en el presente, a cultivar la paz interior y a conectarse con Dios y consigo mismos.
    ↩︎
  3. Tafkid se traduce como «función» o «propósito». En un contexto espiritual se refiere al propósito o la misión que cada persona tiene en la vida, según la voluntad divina. Es un concepto central en muchas enseñanzas judías que enfatiza la idea de que cada individuo tiene un rol único y significativo que desempeñar en el mundo, contribuyendo así al gran diseño de la creación. Este concepto va más allá de las ocupaciones o roles sociales para enfocarse en la contribución espiritual y moral de una persona a la sociedad y al mundo en general. ↩︎
  4. Tikun significa «reparación» o «rectificación». Cuando se refiere a desafíos personales o sufrimientos puede interpretarse como una forma de «corrección» o «purificación» espiritual a través de la experiencia de dificultades. La persona ve sus sufrimientos como una oportunidad para el crecimiento espiritual, la rectificación de errores pasados, o como una forma de cumplir un propósito espiritual en su vida. Esta perspectiva se basa en la idea de que las experiencias difíciles pueden ser vistas como pruebas o lecciones que contribuyen a la evolución espiritual de un individuo, ayudándole a alcanzar un mayor nivel de entendimiento, empatía, paciencia o fortaleza. ↩︎

Una respuesta a “DdGd 103: Una Ucraniana de Cara Cuadrada”

  1. Ves porqué me gusta leerte… y me enojo y pido disculpas cuando no lo hago! Sobre lo que quiero ser, no presidenta, pero sí contribuir a que se apliquen las políticas que creo mejores para que la mayoría de las personas se desarrollen y vivan en paz y con sustento. No la más buena, pero sí muy buena. Mi misión…dar de comer y dar oportunidades, confortar estómagos y corazones para que cada uno pueda sentirse y ser mejor. Qué ambiciosa!!!! Y egocéntrica… disculpas H, nada cercano ni parecido, ni nada. Las mitzvot!!! qué tema, qué poco puedo hacer, pero, de nuevo un consuelo en tus palabras… de la que más puedo ocuparme, y me ocupo (con fuerza y algún éxito) es de no hablar mal de nadie (con lo divertido que puede ser a veces la ironía) y, sí, trae mucha alegría. BH no pasé por budismo, chamanismo, y otros ismos, peeero, me adentré en el conocimiento y acompañamiento de amigos y amores cultores de candomblé, de matriz africana, sin embargo, me enorgullezco de no haber entrado nunca, por respeto, a ningún terreiro y ninguna celebración. Existir, es un montón, e intentar buscar un sentido a la existencia, un montón más. Te agrego, también, creo, que venimos a ser felices (esta, guerra, que es la que nos toca, no ayuda nada) pero debemos intentarlo. Y hoy te escribo antes de que te pongas las medias de shabbes!!!!

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