Las Mamushkas son esas muñecas que venden en Rusia, que van una adentro de la otra. Son el típico souvenir del turista moscovita, y aunque yo no haya ido a Rusia, tengo una de esas en mi casa porque me la regaló un amigo que visitó Moscú.
Cuando me la dio me pareció muy kitsch, como un elefantito de Mar del Plata, esos que cambian de color según el clima, pero el otro día que la encontré en la casa de mis sobrinos despues de tanto tiempo, se me llenó de sentido.
Ahí estaba ella, toda regordeta, sonriente, impecable. Y para mi sorpresa con todas las muñequitas adentro. Empecé a desarmarlas y cuando quise darme cuenta, ya estaba escribiendo este post sobre todas las mujeres que las mujeres podemos tener adentro.
La mas grandota es la madre, que da vida, pare hijos, engorda, adelgaza, engorda, engorda. Alimenta a sus hijos, los nutre, los educa y protege.
Le sigue la esposa, que atiende a su marido, le cocina, lo espera tarde a la noche, le pide, se queja, le exige, le cuenta de los chicos, se queja, sale a cenar, le cuenta de la amiga, la madre, el doctor, la maestra.
La de mas adentro es la maestra, todo el tiempo diciendo como deben hacerse las cosas, que esto no es así, que es esto es asa, que esto no se mira, que esto no se toca, que esto no se come, que esto no te pones, que ahí no vamos, que así me gusta a mi.
Esto parece nunca acabar… que paciencia la de los artesanos rusos, todas encajan perfecto, soviéticamente unidas, una para todas y todas para una, mientras yo sigo descascarando…
Esta es la enfermera, que cura, que hace guardias nocturnas, que pone curitas, hace diagnósticos, llama al doctor, pide turnos…
Luego la amiga, que escucha, da consejos, tiene mucha paciencia, mucha compasión, sonríe mucho, pasa recetas, acompaña, empatiza, no juzga.
Y acá esta. A esta quería llegar. La única que esta enterita, que no se parte, la esencial, la semilla…el carozo!
La mas chiquitita es la mujer. Que se mira al espejo todas las mañanas y piensa que seguro Angelina Jolie también se ve así cuando se levanta, recuerda cuando antes se ponía seis potes diferentes de cremas y ahora una sola, All-in-one. Se mira en el reflejo de las vidrieras intentando reconocerse.
Es la que se pone un perfume, se mira las manos parecidas a las de su madre, en el silencio de la noche escucha una musiquita lejos, muy lejos, que le recuerda a algo y despacito, después de un día largo, se mete adentro de las demás, y se va a dormir.
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