Carlitos Balá tenía en su programa de TV el “chupetómetro”, una cápsula gigante transparente en la cual los niños iban y arrojaban su chupete en cámara para así despedirse de su uso definitivamente.
Acabo de venir de la pediatra y me instó a que mi hijo dejara el chupete, algo que debería haber sucedido hace un año. Asi que saliendo de la consulta le dije que a partir de ahora íbamos a ir dejando el chupete como dijo la doctora, cuestión que no hizo mas que hacer que mi hijo se aferre al botoncito de silicona con muchas mas ganas que antes. Pero no era el único.
Yo descubrí que a la que mas le cuesta dejarlo es a mi. Ese maravilloso artefacto de plástico logra calmarlo, dormirlo, le da seguridad. Es casi como el cigarrillo. Y ahora que?, ¿Chau Chupete Club?.
Se que no hay transición posible. O lo tiramos por la ventana como hicimos mi hermana y yo con el último que usó mi hermano, o se lo quito de a poco, progresivamente, como la acción del shampoo anticaspa. Y ahí me entero de que no me gustan las cosas progresivas. Soy de las que hacen todo drásticamente, con movimientos repentinos. De un día para otro hago algo definitivo, que aunque parezca súbito fue trabajado internamente. Pero con el no bailo estas milongas. ¿Quién tiene que dejar el chupete?, ¿mi hijo o yo?
Me pongo a pensar cuantas cosas me fueron tan fáciles, y como es que ésta me cuesta tanto. Ya me dirán las psi, «te cuesta admitir que crezca», y yo les diré que lo que me cuesta es saber que voy a tener que soportar su llanto, su sufrimiento. Porque aunque sea un pedazo de plástico cruel, es un objeto que lo acompaña desde que existe en este mundo.
¿Cuantas cosas va a tener que dejar? ya sea como parte de su crecimiento o por fuerza mayor, ¿Cuántas va a elegir dejar?.
Todo comenzó en el brit milá. El mohel dijo que teníamos que tener un chupete para que el pudiera mojarlo en el vino y ponérselo al bebe después del brit. O sea que fue parte de “el pacto”. ¿Como desarticular esa asociación que se generó en el inconciente de mi hijo?: Dolor-chupete-vinito…lejaim!.
Me dijeron que en Israel hay un árbol de chupetes, los niños van allí y lo cuelgan para dejarlo, que hermosa idea! ¿Y si voy a los bosques de Palermo y empiezo la cuestión?, creo que vendrían las palomas y lo destrozarían. Ahora parece que quieren soltar halcones para espantar a las palomas que han invadido la ciudad. Hay gente que tiene peores ideas que las mías.
-Hijo, tenemos que dejarlo. Podemos hacerlo, después te vamos a dar un premio-. Que lindo sería escuchar esto cada vez que tuviéramos que hacer algo que nos cuesta. No me hizo falta recurrir a un “pantalómetro” para tirar mis escandalosos jeans de Diesel, pero dejar de comer afuera de un día para el otro y tener que aprender a cocinar absolutamente todo fue como dejar el chupete.
-¡¡¡Carlitos, volvé!!!!, ¿Que gusto tiene la sal?, ¡yo te digo, yo te digo!, ¡¡Salada!!, ¡eeeaaaa pepé!.
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