No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes.

Jorge Fandermole

Escucho a Dolina. Todas las noches, desde hace veintiséis años. Los estudiantes de diseño, vaya uno a saber por qué, eligen trabajar a esas horas, así que en la época de la facultad, el programa de Dolina era el aperitivo de largas noches pasadas entre lapiceras Rotring.

Me reía mucho en esa época. Algunas veces hasta tuve que detenerme para que las carcajadas no me hicieran temblar la mano y arruinar con un trazo torpe alguna entrega de Morfología.

La alegría duraba hasta la mañana siguiente, cuando sus chistes me seguían causando gracia y eran tema de conversación con Ariel en el bar del pabellón tres:

-¿Escuchaste «Demasiado tarde para lágrimas»?
-Claro, me maté de risa con la historia de los paseadores de perros.
-Buenísima «¿100 dólares por pasear un perro? Por esa plata hasta te paseo a un cristiano». –repetía él de memoria.
-Jua jua «¿Sabés cómo empezó Rockefeller? Paseando perros… empezó con un chiguagua, después un Gran Danés y después un perro Doberman mató al padre y él heredó 500 millones de dólares» – yo completaba la parodia, riéndome con ganas.

En mi habitación de soltera tenía un radioreloj con una pequeña antena que hacía interferencia, pero cuando me mudé con Ariel lo escuchaba mucho más claro, desde un radiograbador doble casetera. En esa época, más o menos a la una y media, Ariel llegaba de Torneos  y cenábamos trasnochando con el sordo Gancé de fondo mientras seguíamos con la costumbre de repasar el segmento humorístico entre risas.

El año que pasamos estudiando en  Israel, lo escuchábamos desde sesenta y cuatro cassettes que grabamos con obsesión fanática antes de la partida. Supongo que allí comencé con la costumbre de cocinar para Shabat acompañada por alguna historia de la mitología griega, rebobinando el walkman meticulosamente cuando me perdía alguna parte por culpa del ruido del agua de la canilla.

Después tuvimos un equipo de música que ni siquiera con sus parlantes enormes y su sonido stereo podía acallar el llanto de nuestro hijo. Durante muchas noches insomnes paseé descalza por la casa, intentando dormir a mis bebés, con el radioteatro de fondo. Aunque agotada y asustada, Dolina lograba sacarme alguna sonrisa.

Pasó el tiempo y los formatos de audio. Ahora bajo los programas a un pequeño mp3 y desde allí Dolina fue mi compañía durante el año de duelo por mi madre, cuando no podía escuchar música y las noches que pasé inmovilizada en el hospital.

Muy pocas cosas me causan gracia, me convertí en una persona difícil de divertir*. Por eso sigo escuchando a Dolina. Por eso y porque algunas noches, antes de quedarme dormida, por un instante en el ensueño, me olvido de todo y me imagino que Ariel me está esperando en el bar de la facultad para reírnos de la historia del hombre a quien una mano le quedó atrapada en un buzón.

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*Bonus track

Aparte de Dolina, pocas cosas me divierten, así que me aferro a ellas como un náufrago a su tabla de madera. Comparto algunas por si alguien anda necesitando una sonrisa:

5 respuestas a “La venganza será terrible”

  1. Un capitulo de Friends, cualquier temporada me saca muchas carcajadas!!
    O Seinfeld, pero eso ya lo discutimos..

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    1. Aldana: ¿Ya lo discutimos? no me acuerdo ¿qué dije? 😀
      Nunca una serie me sacó carcajadas ni risas. A lo sumo una sonrisa. Disfruto muchísimo de esa clase de humor pero desde el asombro «¿Cómo se le ocurrió esa idea?»

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  2. yo era fanatica de Dolina, no tenía idea de que seguía hasta ahora. Incluso una vez fuimos a escucharlo con una amiga a la radio… pensándolo, me veo desde ahora en esa situación y no puedo creeer que esa sea yo..

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  3. Y Les Luthiers! genioooos!

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  4. Definitivamente diste en el blanco Judi!
    Había olvidado mi buen humor no sé en dónde. Con razón ya llevo semanas sin dormir bien.

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