Siete mil millones de personas en el mundo y justo a mí me tocó ser yo.
Estoy aburrida de mí misma. Soy más repetitiva que la letra de Revolution 9 de los Beatles. Mi marido ni me necesita para charlar, puede hablar y contestarse solo porque ya sabe lo que voy a decir. Soy más previsible que el horario de un tren japonés.
Es verdad que me gustan los cambios lentos, prefiero un proceso paulatino a uno abrupto, pero eso no quita que de vez en cuando me canse de ser yo. Podría decir que soy como Bill Murray en «El día de la marmota» pero eso lo he dicho tantas veces que sólo sería seguir repitiendo.
Hoy sería bueno tomarme unas vacaciones de mí misma. Alejarme de lo que creo ser y aventurarme a nuevos paisajes. Tendría que hacer algo sorpresivo. Algo que no se espere de mí.
Hashem le entregó a cada persona herramientas únicas y no hizo a dos personas con las mismas cualidades. Cada ser humano tiene lo que necesita para cumplir su función en el mundo. Ya conocen el ejemplo del rompecabezas; cada ficha es distinta y esencial para la conformación de la imagen final. Lo mismo con el plan Divino.
La doctora Miriam Adaham dice que hay que dejar ir la fantasía de que uno puede ser cualquier cosa que se proponga y debe concentrarse en el desarrollo de lo que uno es.
Para eso uno debe conocerse profundamente. La mayoría de nuestras cualidades están reveladas, sin embargo es muy posible que tengamos un don oculto.
El desafío de hoy debería ayudarnos a revelar ese don desperdiciado. Nadie debería negarle al mundo lo que le fue entregado.
Hoy vamos a desencasillarnos y sacarnos etiquetas que nos han (im)puesto. Pensemos en una cualidad que tengamos y que no utilicemos. Hagamos algo inesperado.
No me refiero a tirarnos desde la estratósfera como Félix Bunghanter, me refiero a reconsiderar si es verdad que no servimos para dar un shiur, para fundar un gemaj, para organizar comidas para los enfermos.
Es muy fácil mantenernos en el mismo lugar. Es más cómodo negar una cualidad porque lo que no creemos tener no nos compromete. Estoy segura de que más de uno sabe que podría hacer algo que no está haciendo.
No se me ocurre nada más importante ni mejor lugar para revelar un don oculto que nuestras comunidades. Cuando uno se eleva, instantáneamente eleva al resto.
Faltan 31 días para Kipur, descubramos y entreguémosle al mundo algo nuestro.
Deja un comentario