teshuva

Según una investigación de la Universidad de Loughborough el mejor método para mantenerse despierto es tomar café y luego hacer una corta siesta de 15 minutos.

Espero que la técnica resulte, porque sin querer yo la utilicé.

Mi intención era mantenerme bien despierta -en el mismo estado de alerta en el que quedé luego de escuchar el shofar en Rosh Hashaná-, pero lo que hice estos últimos días fue tomar mucho café y dormirme en los laureles.

Por los mails que recibo y las charlas con amigas, sé que a esta altura a muchos les pasa lo mismo: les parece que cayeron o que ni siquiera empezaron su trabajo personal de Elul. Sienten que fracasaron.

Aseret imei teshuvá no es momento de perder el tiempo y desperdiciar  la inmensa siata dishmaia disponible, es verdad, pero esa sensación de fracaso solo sirve para querer tirar la toalla a último momento.  A menos que la reconozcamos como parte del proceso.

En su libro Cómo orquestar una comedia John Vorhaus ofrece recursos para creativos y propone la regla del nueve para liberarse del miedo al fracaso: «De cada diez chistes que cuentes, nueve serán malos. De cada diez ideas que tengas, nueve no funcionarán. De cada diez veces que te arriesgues, nueve fracasarás».

Vorhaus explica que si uno baja la expectativas y entiende que de cada diez ideas sólo una va a funcionar no nos desalentamos ni nos parece extraño cuando se necesitan cientos de ideas malas para que por mera lógica matemática aparezcan las ideas valiosas. Él está convencido de que el proceso del fracaso resulta vital para el triunfo.

¿Se podría aplicar esta regla a la teshuvá y decir que de cada diez cambios que nos propongamos sólo en uno tendremos éxito?

No sé.

Sin embargo el recurso a mí me sirve porque cada año, haya hecho lo que haya hecho, llego a Iom Kipur  con la sensación de que no fue suficiente.

Quiero entender que es parte del camino haber fracasado en muchas de las cosas que me propuse. Que si entre tantas flechas lanzadas, por lo menos con una logré acertar en el blanco, ya es valioso para Hashem. Y sobre todo pretendo no desalentarme al ver cuántas kabalot pasadas no logré mantener.

Es costumbre antes de Iom Kipur tomar un pequeño compromiso para el año (kabala shel kaiama). El compromiso no es fácil.

El Rambam explica que la teshuvá completa se obtiene cuando Hashem mismo puede testificar que el individuo no volverá a cometer la transgresión (Hiljot Teshuvá 2:3). Como esto no se puede conseguir en todos los aspectos de la teshuvá, por lo menos  debemos intentar comprometernos en un aspecto.

La Rabanit Dina Schoonmaker también propone bajar las expectativas (revista Reflections número 17) y elegir una kabala fácil de ejecutar para tener más posibilidades de éxito.

Sugiere no elegir apresuradamente lo primero que se nos ocurre o lo que se presenta como más urgente, sino considerar seriamente algo que sí funcionará en nuestra vida.

Ofrece varias opciones:

  1. Elegir algo que se pueda realizar de una vez. Por ejemplo comprometerse a usar faldas del largo requerido por la halajá y en un solo acto tirar todas las faldas del placard que no cumplan con ese estándar. Eso quita de golpe la posibilidad de volver a usarlas (aunque habrá que resistir el iezter la próxima vez que salgamos de compras y el modelo de nuestros sueños tenga dos centímetros menos).
  2. Las kavalot negativas son más fáciles de cumplir que las positivas: Es más fácil quitar algo de la rutina que sumar. Más fácil acordarse de no hacer algo que recordar hacerlo. Por ejemplo en lugar de comprometerse a agregar dos perakim de tehilim por día la rabanit aconseja decidir no involucrarse en actividades domésticas durante los pesukei de Zimbra.
  3. Desaconseja comprometerse con kabalot que dependen de factores externos, como por ejemplo hacer birkat hamazon leyendo de un birkon.
  4. También desaconseja kabalot que necesiten demasiada concentración o energía emocional cómo sería recibir cada día al marido con una sonrisa (lo dijo ella ¿eh? yo no me animaría a sugerir que recibir al marido con una sonrisa requiere energía emocional).
  5. Usar la técnica de máximo-mínimo, sugerida por el padre del Rab Dessler. Por ejemplo comprometerse a llamar a los padres una vez por día –máximo-, pero nunca menos de una vez por semana -mínimo.

Faltan 3 días para Iom Kipur. El desafío es elegir (y escribir) nuestra kabalá para el año que entra con la intención de no abandonarla ni desalentarnos aunque fracasemos algunas veces.

Gmar jatimá tová.

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