En el bar de mi colegio había una zona perfecta para escaparse de clase. Era una mesa en la esquina del segundo piso que no se veía desde la puerta del bar ni desde ningún otro sector de la planta baja. Nunca supe si los preceptores eran demasiado haraganes para subir las escaleras del buffet y comprobar si había alumnos en esa zona, o si en realidad sabían que estábamos allí, pero nos dejaban como premio por haber descubierto un punto ciego en el edificio.

En cuarto año a mí me pareció buena idea pasar todas las horas de Química leyendo en aquella mesa del bar. Me interesaba más Borges que la Tabla Periódica y a la profesora de Química no parecía importarle quien estaba o no en su clase, ni siquiera pasaba lista.

El sistema parecía perfecto: un día antes de los exámenes de Química yo estudiaba los apuntes de una amiga y daba la prueba. No me iba muy bien, pero aprobaba. Mientras tanto terminé El libro de arena y El aleph.

El último día de clase la profesora pidió que todos los alumnos se presentaran y advirtió que para poner la nota del último cuatrimestre -la que definiría el promedio- usaría un método novedoso.

Ese día nos hizo formar una fila y pasar de a uno frente a su escritorio. La profesora miraba al alumno y si lo reconocía buscaba su nombre entre la pila de boletines y le ponía la nota que necesitaba para que el promedio lo salvara. Incluso aprobó a Manis, quien la volvió loca durante todo el año con chistes del estilo «nitrato de hacerlo, cloro que sí». Más escandaloso aún, aprobó a Gutiérrez, que no sabía la diferencia entre átomo y molécula y que necesitaba un diez para salvarse.

Si la profesora no reconocía al alumno simplemente le indicaba que continuase su camino sin dirigirle la palabra. Así supo que todos los boletines que quedaban sin tocar en su escritorio pertenecían a alumnos a quien ella no conocía. En esos boletines sin distinción puso la nota que se necesitaba para que el alumno se llevase la materia a marzo.

Así fue como me llevé Química de cuarto.

Me  gustaría encontrar a aquella profesora para abrazarla y agradecerle esa enseñanza que sólo entiendo treinta años después: la importancia de la conexión y la presencia.

En el Musaf de Yom Kipur el shaliaj tzibur recita en nombre  de la congregación una tefilá que se llama Hineni: «Aquí estoy, con profunda humildad» comienza el rezo.

Aquí estoy, diremos en Iom Kipur. Aquí estoy, asumiendo la responsabilidad de mis actos y mis elecciones.

La raíz de la palabra teshuvá es regreso. Teshuvá significa regresar a Hashem acortando la distancia que se generó entre nosotros y nuestro Creador. Cada pequeño paso que demos en esa dirección será reconocido, aunque haya sido un paso incompleto.

«Busca a Hashem mientras puede ser encontrado» (Ishaiau 55:6). Jazal explica que este pasuk se refiere a los diez días de teshuvá (Rosh Hashaná 18a). Hasta el rezo de Nehila Hashem está en el campo y podemos encontrarlo más fácilmente.

Faltan dos días para Iom Kipur. El desafío de hoy es echar toda la carne al asador para acercarnos  y afianzar todavía más nuestro vínculo con Hashem. Digamos presente con nuestras tefilot, tzedaká y teshuvá. No nos llevemos ninguna de esas materias a marzo.

Gmar jatimá tová.

 

5 respuestas a “Día 38: Química de Iom Kipur  ”

  1. Reblogueó esto en Extrañas en el Paraísoy comentado:

    Kipur, otra vez.

    Me gusta

  2. Ya sé que debería comentarte algo más espiritual, más a tono con la época, pero es que NO PUEDO CREER que te hayas llevado química de cuarto! OMG!! A mí me apasionaba!! – hasta tal punto que pensé en estudiar química en la uba!
    Ah… y gracias por hacerme acordar de ese rinconcito de la cafetería que había pasado al olvido.
    Estaba pensando, cuántas veces nos habremos cruzado ahí abajo en el patio o en los pasillos, eh? Hashem ya estaba tejiendo los hilos que muchos años después se iban a cruzar muy lejos del pelle..
    Ay, me puse nostálgica, me puse….

    Me gusta

    1. Haberme llevado química en cuarto no fue nada comparado con haberme llevado filosofía en quinto :D.
      Nos habremos cruzado mil veces en el colegio y si alguien nos hubiese dicho en ese momento cómo nos conoceríamos y relacionaríamos tantos años después no le hubiésemos creído ¿no?

      Me gusta

      1. Filosofía???? Judi, vos sos una fuente inagotable de sorpresas!!! 😀

        Me gusta

  3. Un poco tarde pero por fin vuelvo a recibir a las estrañas en mi correo ,que alegria tan grande!!!!
    Jag sameaj!!!

    Me gusta

Deja un comentario

Tendencias

Descubre más desde Extrañas en el paraiso

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo