“El viento te acaricia todo al mismo tiempo”, escuché esa frase hace mil años y nunca la olvidé. Me encanta.

También me gusta en los días ventosos dejar que el viento me erosione la piel. Para una mujer como yo, que sueña con terminar como una balabusta de shtetl1, una cara marcada por los elementos es escencial para lograr ese papel. Exponerme al viento me sirve más que un peeling. Además el viento no sólo te acarcia, sino que te sopla vida por adentro2.

No por nada el cine no se ha cansado de mostrar a los protagonistas con los pelos al viento como representación de la libertad. Lo entiendo, un viento fuerte te hace sentir un poco pájaro, cuando toca a favor o te hace sentir como un soldado luchando contra un ejército invisible cuando sopla en contra.

 

El mundo está demasiado preocupado de los virus y las motas de polvo que se transmiten por el aire, y parecen perder de vista las semillas de los árboles y flores que esparce para hacer de este mundo un lugar bello y habitable. Dejo para los ecologistas la defensa de el ambiente frente al ser humano que se ha empeñado en destruirlo desde hace siglos, yo sigo por otro lado.

Hablemos del sonido del viento, otra maravilla de la Creación que se manifiesta en ese arrullar que forma las olas cerca de la orilla o en el silbido que se entromente por la rendija de una ventana.

El aire toca cualquier instrumento de viento. Una vez que se escucha su música es lo único que se puede oír.

A veces imagino el cielo como una la pantalla de cine gigante proyectando en una función continua la película de las infinitas formas de las nubes en el cielo. Se lo agradezco al aire y a Heidi y Pedro, que me inspiraron a pasar alguna tarde tirada en la hierba mirando el cielo. Por más calmo que esté el tiempo, en algún lugar se descubre escondido el viento.

Ya dije que me gustaría convertirme en una mujere de antaño. Creo que yo sería más feliz sólo por el hecho de poder estar más en contacto con la naturaleza. Eran mujeres que vivían conectadas con la vida de otra manera. Sembraban su huerta en el jardín del fondos, se sentaban bajo la sombra del olivo a coser o a charlar, preparaban la sopa de pollo e invadían la casa con su aroma.

El aroma de una casa habla de quienes la habitan.

El aire que uno exhala ha recorrido las paredes de nuestro cuerpo. e invade el aire que nos rodea.

Si el aire no es bueno, siempre se puede aerear.

  1. Shtetl refiere a un pequeño pueblo que existió principalmente en Europa del Este antes del Holocausto. Llas mujeres desempeñaban roles fundamentales en el mantenimiento del hogar y la cultura. Conocidas como ‘balabustas’, estas mujeres eran pilares de sus familias y comunidades, responsables de la crianza de los hijos, En los shtetls, la vida de las mujeres estaba intrínsecamente ligada a la naturaleza, una conexión que se manifestaba en diversas actividades cotidianas. Estas mujeres solían cuidar huertos familiares, recolectando frutas y verduras que luego utilizaban en sus cocinas. La preparación de alimentos seguía el ritmo de las estaciones y las festividades judías, utilizando ingredientes frescos y locales. Además, muchas mujeres se ocupaban de los animales domésticos, como gallinas, para obtener huevos. ↩︎
  2. Adam Harishon fue creado con un soplo de Di-s. El versículo específico es Génesis 2:7, que dice: «Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en sus narices aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.»
    Este versículo es fundamental, ya que describe no solo la creación física del hombre, sino también la infusión del espíritu o alma en el ser humano, diferenciándolo de las otras criaturas por tener un aliento divino o una chispa de la vida otorgada directamente por Di-s.
    ↩︎

3 respuestas a “DdG 95: Una balabusta de shtetl”

  1. que lindo escribís JUDI!!!!…lo sigo compartiendo con mis amigas…(tus seguidoras silenciosas)

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    1. gracias! este post a mí también me gustó, cosa rara en mí.

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  2. Balbuste decían en la casa de mis abuelos
    Balbuste decían mis padres
    Balbuste decían mis amigas
    Era algo muy valioso ser Balbuste, esa sería una buena esposa, madre y capaz de llevar adelante una casa ; en de definitiva la mujer perfecta
    Después vino aceleradamente la modernidad y ser balbuste es ser la anti mujer

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